Mexicana de Aviación cuenta con una oferta de 970 millones de pesos para comenzar a pagar el saldo de su deuda y reactivar sus vuelos, declararon los líderes de los trabajadores de la Asociación Sindical de Pilotos Aviadores (ASPA) y de los trabajadores de tierra, Carlos Díaz Chávez Morineau y Miguel Ángel Yúdico.
Los recursos provienen del Grupo LBD, denominado anteriormente BMC Financial, y es representado por el empresario Jorge Bastida.
Miguel Ángel Yúdico sostuvo que la jueza del concurso mercantil, Edith Alarcón, le concedió 72 horas a Grupo LBD como plazo para presentar un informe por escrito en donde se confirme que el 90% de los trabajadores acepta las condiciones ofrecidas en esta propuesta.
"No hay ningún otro inversionista, es uno, y sólo fue con el compromiso de que digamos los sindicatos si aceptamos o no los 970 millones que dice tener el señor Bastida", informó Yúdico.
“Nos notificó la juez a los trabajadores de confianza, de tierra, sobrecargos y pilotos que nos da 72 horas para que demostremos que tenemos a la mayoría de los empleados; al término de ello, me imagino que le notificará al señor Bastida que logró el acuerdo que pide”, adelantó Díaz Chávez Morineau.
Estimó que de aceptar ese porcentaje de trabajadores, el grupo LBD se comprometió a hacer de Mexicana de Aviación una aerolínea competitiva y productiva e invertir en infraestructura, por mencionar algunos retos.
El citado encuentro que duró poco menos de una hora se realizó en las oficinas del Juzgado Décimo Primero de Distrito en Materia Civil, al que acudieron tanto Badín como los representantes sindicales.
Miguel Ángel Yúdico dijo que en caso de que se anunciara la quiebra de Mexicana de Aviación, la firma cuenta actualmente con activos por un valor de 520 millones de pesos, correspondientes a herramientas y equipo, entre otros.
Dicha cantidad es menos de la mitad de los 1,500 millones de pesos que se tenían al inicio del proceso de concurso mercantil, y la reducción se debe a devoluciones que realizó la aerolínea, así como a la devaluación de los mismos activos.
El Economista/Redacción